Elegir quedarse

 Desde el último post, y raíz de todas las conversaciones que tuve la oportunidad de tener al respecto, se me ha quedado flotando una idea en la cabeza; si me fuese a morir, dejaría la residencia y no me arrepentiría de ello. Quizá suene la obviedad más grande del mundo, pero el pensarlo seriamente se me hizo muy revelador.

Cada vez que pienso en esto, me acuerdo de lo extraño que se me hizo escuchar poco después de llegar a la residencia a mi R4, Sara, plantearse hacer oposiciones de administrativa, o escuchar a Bea hablar de dejarlo e irse. Sin embargo, conforme voy avanzando en las rotaciones, lo que me extraña es el no haberme planteado antes esas otras posibilidades de vida.

Puede que tenga que ver con lo complicado que es llegar aquí, con el sacrificio temporal y emocional que supone. Creo que para muchas de nosotras el PIR se presenta como una posibilidad tan remota y compleja que de las pocas cosas que ayudan a seguir transitando la oposición es ilusionarse con el caldero mágico que aguarda al final del arcoiris, lejos en el horizonte. Y qué difícil es llegar y ver que no hay oro.

Creo además que desde distintas polifonías se alimenta esta leyenda mítica sobre lo que implicar ser residente, y que esta narrativa al servicio de varias instituciones, acaba perpetrando en el imaginario colectivo del estudiantado. También pienso de lo biográfica y nada arbitraria decisión que implica querer ser terapeuta, y lo difícil que es distanciarnos de la posición de cuidado en la que nos hemos (y/o nos han) colocado.

Quizás sería importante dar más voz a los momentos de crisis, a dolor que impone el encontrarse con el sufrimiento humano, la incertidumbre que supone acompañar, de la ruptura que implica para muchas de nosotras el abandonar nuestras ciudades y plantarnos en un nuevo lugar con un traje de terapeuta que claramente se nos viene grande y con el que es difícil aprender a andar con él puesto.

Que esto al final no deja de ser un trabajo digno como tantos otros por mucho que se nos venda la pasión por el cuidado, que son muchas (y mejores) las posibilidades de construír un mundo mejor lejos de los cuatro muros de la consulta.

El caso es que este verano pensé en si dejarlo. Un poco en secreto, porque la verdad es que hasta me asusta decirlo en alto. Pero poco a poco fue pasando el susto y empecé a pensar realmente qué otras posibilidades se podrían articular, qué otros trajes podría vestir, y lo que empezó como crisis acabó siendo bastante liberador. Porque parafraseando a Bea en alguna de sus publicaciones “sólo estás eligiendo quedarte si sabes que puedes irte”.

Me resulta un tanto gracioso escribir esto porque me recuerda a esas ideas de suicidio que en ocasiones las personas verbalizan como tranquilizadoras. Quizá en esa pugna por la constricción-libertad esté esta cosa.

Haciendo balance de este último año, me gustaría poder reconocerme más en lo difícil que ha sido llegar sólo a una nueva ciudad lejos de mi casa y comenzar mis andaduras como terapeuta. Reconocer las (muchas) desilusiones que ha impuesto la realidad sobre mi ideal de lo que es ser residente, y que esto necesariamente no implique minusvalorar lo positivo. Porque a la vez, también ha sido un año muy transformador en el que he podido conocer, aprender y compartir, en el que siento que he podido acompañar y ayudar, y también entender un poco mejor esto de ser un persona. Y qué bueno estar tan bien acompañado.

Así que hoy por hoy, elijo quedarme. El mes que viene ya iremos viendo.


 

Por cierto, si no estuviese en esto, creo que intentaría hacerme bibliotecario o darle a algo de psicología deportiva. Bea comentó por redes sociales que se haría pastora de ovejas. Sara ha comentado alguna vez la opción de forense. ¿Y vosotras?

Comentarios

  1. Wow, Adri, qué casualidad tan bonita toparme hoy con este post en concreto. No sé por donde empezar. Simplemente, quería darte las gracias por compartir con tanta generosidad, apertura y honestidad las cavilaciones y preguntas que te acompañan.

    La verdad es que hace meses había tenido el gusto de leer tus primeros post y me encantaron tanto que decidí marcarlos para poder volver más adelante y seguir disfrutando de tu lectura. Y hoy, después de largo tiempo, me animé a visitar el blog de nuevo con deseo de encontrar nuevas reflexiones y ¡tachán! A esta aspirante de cuarta convocatoria pir y a escasos meses de la que podría ser la última (quién sabe), estas líneas, lejos de desanimarme, me resultan una mano amiga al otro lado que comparte las luces y sombras sin edulcorar de lo que envuelve la residencia y la actividad de acompañar el sufrimiento y lo comprensible que es, en cierto momento, plantearse explorar otros caminos. Otra grata sorpresa, la idea de Bea (doy por hecho que es "nuestra Bea" a la que, por cierto, echo mucho de menos), y es que me atrajo tanto la misma, que realmente fantaseaba con verme un día haciendo la trashumancia y hasta fiché "la escuela de pastoras XXI". En fin, qué bueno sentirnos acompañados en este camino llamado vida.

    Mándoche unha aperta e os meus mellores desexos para o que veña.

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